Hace unos días me encontré por casualidad con unos antiguos
apuntes de filosofía de mi época de estudiante (¡Qué tiempo más feliz!, donde
el único problema era el examen de turno!).
imagen tomada de google
En ese momento me acorde del asco que tenía a esta asignatura,
menos mal que sólo era un año, de esos textos a los que debíamos sacar su
significado, de esos exámenes que por más que estudiabas terminaban en suspenso
porque tu análisis nunca coincidía con el de la profe…(Y claro mi visión era la
acertada!, como no¿?) De aquellos libros que nos hacían leer sobre Platón, Sócrates…
y el suyo propio.
Ahora, reflexionando desde la lejanía mi visión de la
asignatura y de muchas otras cosas más es completamente distinta, no sé si para
mejor o para peor. Supongo que todo depende…
Lo que si echo de menos de aquella época es la paciencia y
sobre todo que las cosas no me importarán tanto. Que el futuro era algo lejano,
en cambio ahora ya no veo futuro todo es presente. Los años pesan y el destino cada vez es menos
destino y más decisión. Y las decisiones no son las más acertadas.
Entonces, ¿habrá destino?, o todo son decisiones.
Pero si todo son decisiones, ¿por qué no nos dejan decidir?,
somos tan poca cosa que nuestras decisiones serán tan malas o es que tienen
miedo a que veamos que no les necesitamos
para decidir.
En mi caso, soy de las personas que estoy encantada por
decidir (para bien o para mal es mejor decidir que imponer). Como podemos
alegrarnos de tener la verdad absoluta y del apoyo sino dejamos que los demás
opinen/decidan.
Y ahora, para concluir, debo excusarme con aquella
profesora, de la que no recuerdo su
nombre, que solo pretendía enseñarnos a pensar, a que viéramos más allá de lo
que quieren hacernos ver a simple vista.
De que no todo entra
con sangre y fuego. Que la sangre llama a la sangre y que siempre es mejor
decidir a no hacerlo.
saludos
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